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miércoles, 29 de febrero de 2012

Hay días grises pero también los horizontes azules (artículo de Manolo Ozáez para COPE JAÉN)


Buenas tardes amigos. Hay días en que uno se levanta eufórico, alegre, contento, con la sensación  de júbilo y buena estrella que en paralelo te acompaña, apenas sin advertirlo. En ocasiones es todo lo contrario, la vida te golpea con saña y revanchismo, deleitándose en la herida que supura el desaliento. El rostro lo dice todo: un estado de felicidad o, por el contrario, un semblante de mortecina contemplación, cercana a la nostalgia y al abatimiento. Muchas de las veces conoces las causas, tanto para la alegría como para la tristeza que te abate. Últimamente existen demasiados corazones rotos y estómagos retorcidos por la sensación de ahogo que produce esta lacerante crisis económica a la que los ciudadanos, las familias no ven salida, y a las que los dirigentes y los políticos no encuentran remedio, solo tapujos. Más allá del portal que se advierte por los motivos económicos y monetarios, existe un universo de problemas paralelos que subsisten y que vienen a profundizar más si cabe en la herida abierta, como es la enfermedad de algún ser querido, las separaciones, divorcios o rupturas traumáticas, o la pérdida de personas de nuestro entorno, que estimulan nuestra cercanía hacia lo ignoto, lo sobrenatural o, más en concreto hacia lo espiritual. Existen los días grises pero también los horizontes azules, radiantes. Las necesidades materiales agobian, pero sabemos por experiencia que al final del túnel, largo y tortuoso que vivimos, una luz nos brinda una esperanza de futuro, a sabiendas de que el futuro, como el pasado no existe, solo el presente. Las otras cuestiones que en este tiempo de engaño al parecer no preocupan, realmente son más importantes que la pasajera crisis, pues vienen a demostrarnos la precariedad de la vida, la volatilidad del ser humano, con sus luces y con sus sombras. Hay días que uno se levanta eufórico, contento, pero hay otros en los que la realidad se nos presenta con su auténtico atuendo, y no nos queda otra que aferrarnos a aquellas cosas que realmente importan.


  Manolo Ozáez para COPE JAÉN

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