AL BRIGADIER DON ÁNGEL SANZ ARROYO
En nuestra cartillas de alistamiento de los años 70 u 80, entonces blancas como la nieve, ahora amarillentas, los mandos inscribían: “VALOR: SE LE SUPONE”, pues algunos nunca llegaron a entrar cuerpo a cuerpo en el combate. No lo digo con nostalgia, menos aún con añoranza. Es, sencillamente una realidad incontestable, a pesar de lo que nos cuenten, lo pinten como lo pinten. En el caso del coronel, o mejor diría, del amigo Ángel Sanz, el valor se le reconoce, pues con él entramos decenas de veces en guerras, luchas y escaramuzas, como el caso de la Batalla del Corte Inglés, donde vendimos caras nuestras vidas a la par que degustábamos un colosal desayuno; o la refriega del Motel El Salvador, en la que, como efímero Daoiz, se atrevió a descargar una pieza de artillería de a 8, actuando de notario el alférez Ruiz Ciriza. Aunque tal vez se le recuerde por participar una y otra, año tras año, con ahínco, en la heroica defensa del sitio de Bailén, a nuestro lado, codo con codo, sin pretender medallas, ascensos o parabienes. Cientos de batallas y miles de historias que recreamos, recorriendo a lomos de la monovolumen, las tierras de España y Portugal, desde Ceuta hasta Almeida, desde Gerona hasta la Isla de León, desde La Albuera hasta La Coruña, haciendo escala obligada en Móstoles, Talavera de la Reina o Astorga. Con nuestro coronel, padrino que fuera de nuestro Regimiento del XIX de la Real Artillería número 3 de Sevilla, la Asociación Histórico Cultural General Reding y la Asociación Cultural Caecilia, a las que represento, tenemos contraída una deuda de gratitud en la conciencia colectiva de sus miembros. Por ello, desde ambas Asociaciones hemos decidido entregarle uno de los bienes que más apreciamos, la bandera de Bailén, o mejor dicho: “el estandarte de nuestra tierra”. Gracias Ángel por tu amistad y a sus órdenes mi brigadier.
Por NICOLÁS MANUEL OZÁEZ GUTIÉRREZ, 24 de noviembre de 2011.
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