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jueves, 22 de julio de 2010

Aún estaba en Bailén cuando me enteré del accidente del amigo Cámara. Lo cierto y verdad es que desde un principio aposté por que se iba a recuperar. Tan joven. Tan lleno de vida. Aposté sobre seguro que la vida le vencería a la fatalidad. A los pocos días me vine a pasar los días de las Fiestas de Bailén a Fuengirola -de todas formas, para las actividades que nos habían preparado en Bailén, mejor marcharse, ¿no creen?-. Desde aquí seguí día a día, a través de mi amigo Miguel Ángel Perea, la evolución médica del compañero. No podía creerme el mensaje de Perea confirmándome su muerte, pero a la vez la donación de todos sus órganos, que tantas vidas salvarán. Requiem por un amigo. Requiem por una buena persona. Hasta luego.

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